Queridas y queridos lectores:
Ayer asistimos a uno de los actos de mayor dignidad y profesionalidad vista en mucho tiempo en estas tierras. Ayer dimitió el profesor de la Calle como director del MUVIM tras la retirada de parte de la exposición "Fragments d'un any". Yo no voy a comentar que si la osadía de meterse con la prensa, que si es una metedura de pata, o no, que si la foto del triduo maravilloso en les Corts arreglándose los trajes, ni que si ha sido D o C... yo no voy a hablar ni tan siquiera de la palabra mágica empleada hasta la saciedad estos días (y que describe perfectamente la situación)... porque yo quiero hablar del protagonista, y el protagonista es el profesor de la Calle, pues él es quien ha tomado la decisión valiente, sensata y ejemplar.
El catedrático, ahora en paro, ha dado la cara... [minuto de reflexión] Estamos hablando de mojarse politicamente y eso es terriblemente sorprendente en una sociedad occidental que defiende y abandera la democracia y la libertad (junto con otras tantas en tantos papeles). Parece una obviedad, pero estamos tratando el tema que el señor director del Museu de la Il·lustració i la Modernitat dimite porque considera que se ha vulnerado la libertad de expresión dentro de sus paredes... libertad de expresión, libertad de opinión, modernidad, la palabra mágica, ilustración... ¿Acaso son éstos términos propios del siglo XIX o del siglo XXI? [atención al palito] ¿Es posible que los derechos fundamentales aconseguidos estén en peligro? ¿ES ACASO POSIBLE QUE EN EUROPA SE VULNEREN ESTOS DERECHOS A EUROPEOS DE SOCA-REL? No es posible, no es posible porque ya los tenemos, entonces ¿cómo se van a poner en peligro?
Gracias al profesor de la Calle hemos asistido a un acto de responsabilidad profesional, cívica y ética, que si bien debería ser la norma, no lo es, ni mucho menos, en los tiempos que corren. La valentía de Don Román debe agradecerse, al menos desde mi humilde tribuna, por muchos motivos, pero el principal es porque nos da esperanza.... esperanza para pensar que no está todo perdido, esperanza para creer en una ciudadanía ética y responsable, esperanza para seguir trabajando con ética, con responsabilidad y con dignidad.
Muchas gracias profesor
Una avapolera esperanzada
Pues sí, mi respeto a Román de la Calle. Este tipo de actitudes que gozan de integridad, honestidad y responsabilidad son necesarias en el marco político e institucional. El problema es que son noticia porque son excepciones. ¿Esperanza? ... umm... dudosa...
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