Administración electrónica ¿mayor transparencia?

Al hilo de diversos artículos publicados en las últimas semanas, sobre la importancia de la Administración electrónica, uno de ellos de nuestro Secretario, se afianza la idea de que el sector de la Administración, al igual que el sector privado, se encuentra en un proceso de renovación, de mejora continua a través de la integración de las tecnologías de la información y la comunicación, acercándonos paso a paso al apagón analógico de la administración.

Se desprenden claras ventajas de la utilización de la administración electrónica como pueden ser el ahorro en costes, disminución de la generación de residuos por lo que se reduce también los gastos de almacenaje y destrucción de la documentación derivada de los procesos selectivos, mejora de la eficiencia frente a los procedimientos basados en el soporte papel y reducción de los tiempos de tramitación, etc.

Junto con la idea del ahorro, una de las ideas más repetidas es que a través de la Administración Electrónica se dota de una mayor transparencia al proceso administrativo, pero
¿Qué entendemos por mayor transparencia en el proceso?

Que el ciudadano tiene acceso real a los procedimientos administrativos desde el comienzo hasta la resolución o por el contrario solo se les permite realizar determinadas solicitudes o trámites por vía telemática, consiguiendo mayor celeridad y comodidad.

¿Qué aporta en la actualidad la Administración Electrónica?

Tras un rápido repaso a los procedimientos telemáticos, la conclusión es que aporta acceso a determinadas solicitudes, sin saber ni cual es el proceso subyacente ni mucho menos la forma de toma de decisiones que por otra parte afectan a las solicitudes cursadas. Pero en ningún momento se accede al procedimiento administrativo, en sí, aunque solo sea de forma informativa.

¿Qué debería aportar la Administración Electrónica?

La posibilidad de cursar solicitudes, complementada con el acceso al proceso de toma de decisiones, todo ello cumplimentado con la descripción del procedimiento administrativo en cuestión y los plazos legales que se aplican. Seguimiento en tiempo real del iter que va desde la presentación de la solicitud hasta la resolución de la misma, que seria potestad del administrado consultar o no.

De todo lo anterior se desprende, que la Administración Electrónica, pese a lo que muchos opinen no aporta más tranparencia que un proceso por la vía convencional ya que tras la presenación de la solicitud (por vía telemática) la siguiente noticia que se obtiene de la administración es la resolución de dicha solicitud, por lo que se aporta rapidez y comodidad.

Pero si no se permite el acceso al ciudadano a los procedimientos admistrativos, tan solo se consigue una administración más eficiente pero no más transparente. La Adminsitración Electrónica se deberia rediseñar para poder ofrecer realmente transparencia, aunque esta muy bien la mejora en la eficiencia de la Administración y la reducción de plazos, eso no es transparencia es otra cosa.

Amparo García Atienza
Politóloga y socia de AVAPOL

El problema de la calidad democrática.Fernando Vallespín.

Con la Conferencia inaugural a cargo de D. Fernando Vallespín, la universidad CEU-UCH iniciaba su Universidad de verano que aunque cronológicamente recaia en primavera ha disfrutado de un tiempo veraniego, en el que hemos podido disfrutar de una programación multidisciplinar, atractiva y sugerente, tanto por los contenidos sometidos a análisis y discusión, como por la calidad de los participantes.

El planteamiento que el profesor Vallespín realiza parte del análisis que la Unidad de Inteligencia de The Economist establece para efectuar el ranking de calidad democrática de 167 países, concretamente el relativo a 2008, donde España estaba situada en el puesto 15 y donde los diez primeros países participaban de unas características comunes que apuntaban a una cultura política y a una ética pública basadas en la cultura y conciencia de la responsabilidad hacia lo público, desde el respeto absoluto al ámbito privado donde el individuo goza de plena tolerancia por parte de sus conciudadanos.

Suecia, Noruega, Islandia, Holanda, Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda, Suiza, Luxemburgo y Australia, según el ranking de 2008, son países con una población relativamente pequeña, con territorios también poco extensos, salvo Australia, disponen de economías potentes, con instituciones democráticas consolidadas amén de haber abrazado la Reforma protestante en el s.XVI. En el ranking de 2011, los diez primeros prácticamente continúan igual, cambia el orden, pero los países se repiten (entra Canadá, pero participa de las características citadas) y España cae el puesto 24.

En este sentido Vallespín introduce dos dimensiones de la Democracia para profundizar en el análisis, la del hardware democrático, donde sitúa el núcleo institucional, y la del software democrático, el cual nos permite procesar dichas instituciones, determinando como funcionan y como son gestionadas, para lo cual pone en valor a una sociedad civil potente y a una clase política de calidad.

La interrelación de ambas debe ayudarnos a establecer esa conciencia moral en la sociedad que demande esa ética pública y exija una corresponsabilidad que de más contenido a la Democracia, que aúne todo un conjunto de valores, promoviendo una cultura de diálogo, de confianza, crítica, con libre acceso a la información para poder elaborar un juicio sobre los componentes de una sociedad democrática y poder avanzar en su mejora y perfeccionamiento constante porque la participación de los ciudadanos en ese contexto de corresponsabilidad es lo que pone en funcionamiento las instituciones y establece un marco de convivencia cívica, más allá de la propia dimensión empírica de la Democracia.

Como peligros subyacentes al sistema, el profesor Vallespín establece unas amenazas, unos virus de la Democracia, determinados por la Tecnocracia y la complejidad de la Política, por la mediación política y la crisis de los Partidos políticos, por la apatía y alienación política, por la crisis de lo público y por la mediocracia o contaminación mediática de la Democracia.

El ciudadano se ve desplazado por el valor de los tecnócratas y su capacidad de influencia para suplantar al político, que colonizan espacios que resienten la Política desde la incomunicación que produce hablar lenguajes diferentes alejados de la calle y que el ciudadano no logra comprender, por lo que se produce un proceso de individualización que tropieza con la dicotomía ciudadano-persona, donde el ser en sociedad dimensiona al ser humano, pero a costa de erosionar la dimensión ciudadana evolucionando al ámbito de lo privado, solo recurriendo a lo público en busca de algún interés propio. Este alejamiento provoca un continuo deterioro de lo público, de las instituciones.

La Agenda política la marcan los Medios por la lógica informativa, donde lo nuevo y lo inmediato tiene prioridad y aunque la realidad no lo produzca hay que generarlo continuamente contaminando de este modo también el ámbito político que tiene que estar generando titulares por propia supervivencia. Un juego de poder peligroso que se retroalimenta y que tiene al ciudadano como mero espectador.

Por ello, el proceso de penetración de las redes sociales, el ciber-espacio, está planteando escenarios nuevos por explorar ya que ese complejo sistema de interacciones globales viene a complicar la observación de la realidad, por lo que el individuo tiende a seleccionar también la información según su perfil y preferencias, lo que nos aleja también de la disposición de una visión global. Pero no podemos olvidar que la democracia virtual debe avanzar mucho aún así como nuevos canales de participación ciudadana, como la Ley de deliberación de grupos etc. Un reto apasionante que nos debe servir de acicate para seguir perfeccionando nuestra Democracia y la creación de un demos comprometido con la Política con mayúsculas.


JuanVi Pérez
Politólogo y socio de AVAPOL