En los términos de la abstención



Nueva legislatura, nuevos tiempos. O al menos eso parece tras una intensa campaña electoral repleta de promesas certeras acompañadas de pronósticos de incertidumbre sobre el futuro de España. Pero el resultado de los comicios nos adelanta que la perspectiva de los ciudadanos dista de las convicciones de nuestra clase política, algo que, sin duda, debe ser tenido en cuenta.

Una mayoría absoluta sería un argumento más que suficiente como para caer en la contradicción de pensar que en España no hay una amplia convergencia respecto a las directrices a seguir en los próximos cuatro años. No obstante, conviene ser reflexivos y profundizar en las conclusiones que emanan del índice de abstención tras las elecciones del 20N.

De todos es sabido que el significado más inmediato de la abstención es el castigo a nuestra clase política. Pero conviene ir más allá y cuestionarnos, ¿se puede derivar un fallo del sistema político? En estas elecciones han sido prácticamente diez millones de votantes los que han decidido abstenerse y, por ello, es necesario que dediquemos unos minutos a interpretar qué está ocurriendo.

Un descenso de la participación electoral en un contexto socioeconómico como el que atravesamos se produce como consecuencia de una desconfianza en las instituciones políticas cada vez más afianzada. Pero hay otro factor que tampoco debemos olvidar: el auge del individualismo. Y la combinación de estos dos elementos conduce a concluir la existencia de una gran brecha separadora entre la esfera política y la sociedad. Las nuevas condiciones sociales (flexibilización laboral, cambios de roles y de las estructuras sociales) acompañadas de los valores del postmodernismo, conlleva consecuencias en términos de formulación de políticas, y es que éstas cada vez más se deben plantear como respuesta a demandas individuales fruto de esta complejidad social y la menor agregación de intereses.

La implicación más inmediata: las fuerzas políticas con representación parlamentaria se ven incapacitadas para cumplir su función. Pero, ¿no debería existir agregación de demandas en el contexto económico en el que nos encontramos? A pesar de que la respuesta inmediata tendería a validar este planteamiento, precisamente ha sido la campaña electoral la que ha enfatizado las distintas perspectivas de cómo hacer las cosas y sus posibles efectos, generando diagnósticos diversos que influyen en la participación electoral.

La abstención en estos comicios es sin lugar a dudas el castigo del votante al gobierno anterior. Pero si atendemos al sondeo preelectoral del CIS de octubre de 2011, las interpretaciones van más allá: el votante de izquierda consideraba que el PSOE estaba realizando una gestión regular, que el partido de la oposición actuaría de forma similar en términos de gestión, pero que ningún partido estaría tampoco capacitado para afrontar la situación de España. Y ello está presente en la distribución de escaños tras estas elecciones.

En estos comicios no sólo se ha hecho un uso del voto de castigo al infractor en términos de gestión, sino que es una nueva llamada de atención por parte de una población más informada, más participativa en términos no convencionales, y que demanda su aproximación hacia la esfera política. En la opacidad de la complejidad sociopolítica parece haber una única clarividencia: el voto continúa siendo un acto inmerso en la racionalidad que se despliega de los votantes y la abstención se explica en términos de la percepción del elector de que cualquiera de las candidaturas contribuyen a empeorar sus condiciones de vida. Si ello no se plantea como un fallo del sistema político, poco se podrá hacer desde la mayoría absoluta.

Patricia Vidal
Politóloga y socia de AVAPOL
@VidalPat

El ‘Anschluss’ vasco no cuaja…y Cicerón usaba Twitter.

Varios factores podemos citar para interpretar los resultados de las Elecciones Generales del pasado 20 de noviembre. En clave nacional, destaco la debacle socialista que bajo la promesa de hace cuatro años de que sería la legislatura del pleno empleo, ha sumido a la clase media española en un ambiente depresivo sin parangón. Rajoy, calladito, ha recogido el testigo, pero no le han salido callos. Eso sí, el bipartidismo PP-PSOE ha caído once puntos porcentuales y se asoma otro partido de ámbito nacional, que no es Izquierda Unida, que ya ha cuajado en Madrid y en Valencia, Unión Progreso y Democracia.

El PSOE sabía perfectamente que ya no podía jugar las bazas de la política económica, pues la Gran Recesión sigue haciendo mella en las cuentas del Reino. Tampoco podía aferrarse a los asuntos sociales, tras los recortes y el deterioro de la calidad del Estado del Bienestar. Menos todavía, en temas de política exterior. Desde ‘volver al corazón de Europa’, a llamar `fracasada’ a Merkel cuando ganó sus primeras elecciones en Alemania, a no levantarse al paso de la bandera de Estados Unidos en un desfile. El reguero de despropósitos merece una miniserie para televisión. Además, mandó sacar a toda prisa las tropas españolas destinadas en Irak para luego aumentar las de Afganistán. Por último, faltó, por primera vez en la historia, a la Cumbre Iberoamericana del año pasado. Lamentable.

Fíjense si es una calamidad, que las esperanzas de un nuevo inquilino, demócrata, en la Casa Blanca, no han variado un ápice las relaciones con Washington. Zapatero se ha ido sin pisar la vivienda de Obama y sin pasar un fin de semana en Camp David. La única bala que quedaba en la recámara, y que han usado tanto el presidente en funciones como su candidato, Rubalcaba era la del final de la violencia etarra en la campaña.

Pese a que la marca de la izquierda abertzale está edulcorada y la componen varias formaciones variopintas, tres cabezas de lista de Amaiur han pertenecido a Batasuna y la justicia española y europea, bajo el amparo de sentencias firmes, sostienen que Batasuna es ETA y viceversa.

Aunque obviáramos este mayúsculo detalle, el apoyo nacionalista se diluye al sur de los Montes Vascos. A saber, si hacemos números, la coalición Amaiur se lleva el gato al agua, el Partido Socialista de Euskadi se hunde y pierde cuatro escaños y el PP obtiene unos resultados, simplemente, decentes. La clave está en que si existiera un país llamado Euskal Herria, con capital en Pamplona, y sin datos del Iparralde francés, el 74% de los votantes del País Vasco más los de Navarra no serían -ni lo son- nacionalistas, defienden la Constitución, la democracia española y no están por la labor de un nuevo Anschluss (anexión) a la austriaca.

Y eso sin olvidarnos de la marciana Ley Electoral vigente. Si algunos partidos como el PSOE y UPyD defienden la eliminación de las Diputaciones, ya va siendo hora de que la circunscripción electoral provincial se borre del mapa por una a nivel autonómico, al menos. Lo ideal sería una a nivel nacional, como pasa en las elecciones al Parlamento Europeo. Si esto ocurriera, los partidos nacionalistas se verían obligados a reformular su discurso y ofrecer uno válido para el interés general, esto es, el de todos los españoles, no el de unos pocos, que, encima, consideran ominosa la identidad nacional que aparece en su DNI. Además, populares y socialistas verían reducida su presencia en el Congreso y en el Senado.

MARCO TULIO CICERÓN Y SU HERMANO ERAN TWITTEROS

Sin duda, estas elecciones han estado marcadas, al menos por los equipos de campaña de Rajoy y Rubalcaba por el uso masivo de las redes sociales, en concreto del fenómeno del microblogging llamado Twitter. Sin duda, los partidos con menos medios llevan tiempo haciendo uso de estas herramientas y ya va siendo hora de ahorrar en costes relacionados con la campaña electoral e ir pensando en reducir papeletas, sobres, miembros de mesa, dietas y profundizar en la tecnología necesaria para el voto electrónico.

No obstante, sigo pensando que las palabras del hermano pequeño de Marco Tulio Cicerón, Quinto, al explicarle el Breviario de Campaña Electoral, siguen vigentes hoy en día. Pero, y de eso estoy seguro, si hoy vivieran Marco y Quinto tendrían perfil en Twitter y argumentarían, como dice el profesor universitario Guillermo López, que el uso de las redes sociales te hace más humano y menos político. Y, según el romano, las cualidades que no tienes, debes aparentar que las dominas con total naturalidad.

Usemos, así, los postulados de este libro de más de 2.000 años de antigüedad, que siguen tan vigentes como los inventos de la rueda y el fuego e incluyámoslos como nuevos trendt topic. Pues la era digital avanza y la verdadera campaña electoral no dura dos semanas, sino, 365 días durante cuatro años. Es exigible que los políticos estén en constante alerta toda la legislatura y que no se olviden de los electores, porque si bien estos se comportan como tales el domingo de las elecciones, el resto del año son vecinos, ciudadanos y contribuyentes. Y de su buen porvenir depende el sueldo de aquellos. Si las redes acercan el político al pueblo, bienvenidas sean. Cicerón, como he dicho, retwittearía desde su Iphone. No lo duden.

Carles Torrijos.
Politólogo y Periodista
Socio de AVAPOL.
@sueldospublicos



La época dorada de las Diputaciones en España

La existencia de las Diputaciones Provinciales parece que está llegando a su fin. Por cuestiones económicas o de tendencia descentralizadora, estas instituciones están en el punto de mira de nuestra clase política y la plasmación más directa de ello es su inclusión en los programas políticos presentados para las elecciones del 20N.

Una aproximación a las principales líneas de actuación tras los comicios del próximo domingo dista mucho de pensar que la opinión que se tiene respecto de estas instituciones es gratificante. Muy al contrario, la propia mención a las mismas es ya de por sí desalentadora. El Partido Popular, más empático con éstas, es proclive a su modernización bajo el paradigma de la nueva gestión pública, encaminándolas, como su nombre indica, a racionalizarlas en términos de gestión técnico-económica. El resto de partidos, entre los que se encuentran PSOE, IU, UPyD, CIU, ERC, coalició Compromís-Equo o BNG, entre otros, son más bien partidarios de su erradicación. Para sorpresa de muchos expertos en materia local, los argumentos que esgrimen giran en torno a dos vertientes: su carácter obsoleto y la redefinición competencial entre las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos.

¿Es esto justo?

Uno de los aspectos más definitorios del Estado español es el inframunicipalismo derivado de su propia organización territorial, donde conviven 8116 municipios que se enfrentan diariamente a la tarea de poder llevar a cabo de la mejor forma posible la gestión de los servicios públicos de atención a sus ciudadanos. Y digo bien, gestión, puesto que estos entes locales carecen de la exclusividad de competencias para ser los responsables de las actividades que desempeñan, siendo las Comunidades Autónomas las jurídicamente competentes para decidir sobre las mismas. Junto a ello, debemos tener presente la insuficiencia económica a la que se enfrentan los municipios para poder prestar sus servicios, incluyéndose el añadido de que los municipios también son llamados a prestar los “servicios ajenos”, tradicionalmente asumidos sin cargo en los presupuestos. En resumidas líneas, el panorama en el que se encuentran los entes locales es el de atender a las necesidades de sus habitantes, sin disponer para ello de fondos, en un marco de las decisiones adoptadas por las Comunidades Autónomas.

Es en este contexto en el que cobran forma las Diputaciones Provinciales, entes locales que trabajan diariamente en la satisfacción de los intereses de los habitantes y la gestión de las competencias que exceden a los recursos de los municipios. Y todo ello dentro del marco de la legalidad puesto que, como aboga la LRBRL 7/1985, los entes locales pueden delegar en otras instancias locales de ámbito territorial superior las competencias que sobrepasan sus capacidades.

Por ese motivo, si se quiere atender a sufragar las necesidades sociales de los españoles, el debate no puede centrarse en la eliminación de las Diputaciones Provinciales. Cabe hablar, no obstante, de reformas. Quizá esto último radique en fijar para ellas el voto directo a fin de que el elector tenga presente su existencia. Pero en cualquiera de los casos, cualquier modificación debe atender, en primer lugar, a la garantía del principio de autoorganización, atribuyendo a los municipios las competencias exclusivas sobre los servicios que en la práctica están prestando. En segundo lugar, se debe atender a la garantía de la suficiencia económica y autonomía financiera a fin de poder ejecutar eficientemente dichos servicios públicos.

En el vocabulario chino, la palabra crisis se compone de dos conceptos: peligro y oportunidad. Sólo resta aprovechar las oportunidades que se presentan para contribuir a mejorar la calidad de las Administraciones Públicas de nuestro país.

Patricia Vidal.
Politóloga y socia de AVAPOL
@VidalPat

Buscando amor desesperadamente. Reflexiones frívolas sobre el debate, la campaña, y los otros.







Mientras escribo estas líneas, me llega el run-run desdibujado del debate R-R que alguien está viendo al otro lado del tabique. Saquemos conclusiones al respecto:
  1. No estoy viendo el debate. No participo de lo que los dirigentes de dos partidos políticos, sus asesores, y medios de comunicación, han decidido convertir en “el gran evento” de la campaña electoral.
 2. Al otro lado del tabique, mis vecinos han cambiado este lunes pre-electoral al samurai de los Austria –o alguien lo ha hecho por ellos, me temo-  por ese “gran evento” político.

Podría seguir elucubrando sobre mis vecinos, sobre lo que esperan del debate, lo que pueden sentir (o no) al verlo, lo que influirá en su decisión de voto; pero sería casi cotilleo de escalera; y al fin y al cabo, ellos no tienen la culpa de tenerme pared con pared. Así que hablaré sobre la parte que me atañe, intentando justificar mi postura, defendiéndome de los “vaya clase de politóloga estás hecha” que me han de llegar por abstenerme del R-R.

Como ya ha ocurrido en convocatorias anteriores, acojo la campaña  con una suerte de desgana. Puedo tener el voto decidido o no, pero no creo que lo que los candidatos vayan a decirme estos días me haga cambiar de perspectiva. Mis sentidos lo creen. No en vano, los vengo viendo actuar 4 años, oyendo sus justificaciones y sus críticas. Así que difícilmente un eslogan me vaya a convencer de algo. Sus frases de esta noche no son para mí.

Si pretendo ser una votante consciente, y quiero conocer su programa, sus propuestas de gobierno, de futuro en definitiva, soy yo la que tiene que hacer el esfuerzo de encontrarlas. Soy yo la que tiene que hacer el esfuerzo de buscar argumentos que me convenzan. Soy yo la que tiene enamorarse. Ni siquiera ya estos partidos salen a ligarte.

Ante este panorama no se extrañarán de mi postura ante el RR. Me interesa mucho más lo que tienen que decir esos candidatos sobre los que hoy no escucharán ni una palabra al otro lado del tabique. Ésos a los que leo en Twitter o ésos a los que mi cuñada se ha encontrado hablando con la gente en el mercadillo del pueblo. Ésos sobre los que no tengo una opinión muy bien formada, entre otras cosas, porque no los he visto ni oído durante los últimos 4 años. Ésos que sí tienen la oportunidad estos últimos días de la campaña permanente de hacerme llegar su mensaje, de quizás, ganar mi voto para su causa. De llevarme a la cama, digo, a las urnas.

Por cierto, obviamente, lo de no ver el debate no es desinterés, es más bien, desamor.



Diana E Valero López




** Sobre la imagen: La imagen fue tomada en el Muvim, en la exposición “Tu voz es tu voto. Publicidad política en España 1976-2010”. Se trata de un cartel electoral de las Elecciones Generales de 1993 diseñado por Ágatha Ruiz de la Prada para la coalición “Los Verdes”.