Mientras
escribo estas líneas, me llega el run-run desdibujado del debate R-R que
alguien está viendo al otro lado del tabique. Saquemos conclusiones al respecto:
1. No estoy viendo el debate. No participo de lo que los dirigentes de dos
partidos políticos, sus asesores, y medios de comunicación, han decidido
convertir en “el gran evento” de la campaña electoral.
2. Al otro lado del tabique, mis vecinos han cambiado este lunes pre-electoral
al samurai de los Austria –o alguien lo ha hecho por ellos, me temo- por ese “gran evento” político.
Podría
seguir elucubrando sobre mis vecinos, sobre lo que esperan del debate, lo que
pueden sentir (o no) al verlo, lo que influirá en su decisión de voto; pero
sería casi cotilleo de escalera; y al fin y al cabo, ellos no tienen la culpa
de tenerme pared con pared. Así que hablaré sobre la parte que me atañe, intentando
justificar mi postura, defendiéndome de los “vaya
clase de politóloga estás hecha” que me han de llegar por abstenerme del
R-R.
Como
ya ha ocurrido en convocatorias anteriores, acojo la campaña con una suerte de desgana. Puedo tener el
voto decidido o no, pero no creo que lo que los candidatos vayan a decirme
estos días me haga cambiar de perspectiva. Mis sentidos lo creen. No en vano,
los vengo viendo actuar 4 años, oyendo sus justificaciones y sus críticas. Así
que difícilmente un eslogan me vaya a convencer de algo. Sus frases de esta
noche no son para mí.
Si
pretendo ser una votante consciente, y quiero conocer su programa, sus
propuestas de gobierno, de futuro en definitiva, soy yo la que tiene que hacer
el esfuerzo de encontrarlas. Soy yo la que tiene que hacer el esfuerzo de
buscar argumentos que me convenzan. Soy yo la que tiene enamorarse. Ni siquiera
ya estos partidos salen a ligarte.
Ante
este panorama no se extrañarán de mi postura ante el RR. Me interesa mucho más
lo que tienen que decir esos candidatos sobre los que hoy no escucharán ni una palabra
al otro lado del tabique. Ésos a los que leo en Twitter o ésos a los que mi
cuñada se ha encontrado hablando con la gente en el mercadillo del pueblo. Ésos
sobre los que no tengo una opinión muy bien formada, entre otras cosas, porque
no los he visto ni oído durante los últimos 4 años. Ésos que sí tienen la
oportunidad estos últimos días de la campaña permanente de hacerme llegar su
mensaje, de quizás, ganar mi voto para su causa. De llevarme a la cama, digo, a
las urnas.
Por
cierto, obviamente, lo de no ver el debate no es desinterés, es más bien,
desamor.
Diana
E Valero López
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Sobre la imagen: La imagen fue tomada en el Muvim, en la exposición “Tu voz es
tu voto. Publicidad política en España 1976-2010” . Se trata de un cartel
electoral de las Elecciones Generales de 1993 diseñado por Ágatha Ruiz de la Prada para la coalición “Los
Verdes”.
No es que sirva de mucho consuelo a estas alturas pero yo tampoco siento el flechazo de Cupido, lamentablemente este 20-N ya no sera un aniversario de mi amor como tantos años lo fue.
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