Os presentamos el texto ganador del Concurso de Relatos sobre el tema "¿Cómo estás viviendo tu situación personal?" organizado por la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia y escrito por nuestro socio y amigo Carles Torrijos.
Fueron décimas de segundo, pero estuve a punto de volverme a casa. A las ocho menos cinco de la mañana ya estaba en la cola del paro, para apuntarme y tramitar la prestación. Éramos tantos que los presentes, como si estuviéramos domesticados o drogados, aguardábamos uno detrás de otro hasta alcanzar la otra parte de la manzana de la calle. Había otras personas que directamente se sentaban en una especie de repisa ajardinada al otro lado de la calle por lo que la sensación de que la cola era interminable era real. Debería ser asignatura obligatoria, sobre todo, para los políticos, estar en la cola del paro. La lección de humildad es brutal. A las nueve nos movemos. Se me hizo relativamente corto estar una hora de pie. Me había traído un libro, como muchos otros, Las Grandes Batallas de la Historia, prestado por un compañero del Departamento de Prensa de la empresa donde hasta hace 14 días trabajaba. Sin duda, esta batalla del empleo no sale en los exámenes de Historia como tal, pero a buen seguro que la intrahistoria de estos años de la Gran Depresión da para completar una estantería con un coleccionable dominical a modo de ‘libro más DVD por solo…’
La cosa es sencilla. Recoges tu número ayudado por una guardia jurado que te orienta para que no te equivoques de cola. Luego a esperar. Yo me fui a almorzar a un bar cercano un bocadillo de sepia con mayonesa, una botella de agua y un vistazo al Marca. Todo, cuatro euros. En mi anterior trabajo almorzaba por uno veinticinco.
Regreso a la cola y me pongo a charlar con un fontanero que también quiere arreglar su prestación por lo que tiene que hacer, como yo, dos colas. Me dice que ha estado trece años en la empresa y que como se las veía venir se puso de baja por molestias en el hombro. Así, me reconoce que ha podido alargar el sueldo siete meses, pero ahora se le acaba el chollo. Está muy quemado. Yo estoy más tranquilo.
Una chica que se sienta a mi lado me reconoce y me dice si soy periodista. Le digo que sí. Resulta que ha trabajado en una televisión y claro, el presidente de la empresa donde trabajaba ha acudido en varias ocasiones a entrevistas y debates a esos platós. La conversación se anima y sin darme cuenta la madre de esta chica dice “van por el D57”. Yo tengo el D55 y claro, el turno se me ha pasado. Entro corriendo en el SERVEF y me hago el remolón. Una funcionaria amable me dice que si el D60 no viene ella me atiende. Suerte. Me da un folleto que tengo que rellenar por mi cuenta y es la chica de antes la que me presta el boli. Luego, de nuevo a esperar para la otra cola, la de la prestación. Tengo el P91 y van por el 73. Esto va lento. Empieza a hacer calor. No estoy solo. Cada uno tiene una historia. Retomo el libro. Lo he empezado por el final. Tormenta del Desierto y la Guerra de las Malvinas. Muy interesante. Me viene a la cabeza que podrían hacer una encuesta a las personas que están en la cola del paro y preguntarles si están leyendo un libro en estos momentos, cuándo leyeron por última vez y cuánto dinero se gastan al año en libros. No sé, mejor dejémoslo. Reconozco que soy un lector de libros en el metro y en la playa. Es más, el Marca no lo he leído, lo he mirado.
Benjamin Franklin dijo hace más de doscientos años que en esta vida solo hay dos cosas que son seguras: la muerte y los impuestos. Es cierto. Lo demás es relativo, incierto y no está garantizado. El empleo estable no sabemos muchos lo que es. Podemos analizarlo como una gran paradoja o contradicción, como la expresión ‘despotismo ilustrado’. No casan o se divorcian pronto.
Me toca de nuevo. Un chico joven, funcionario supongo, que viste pantalón corto ¡en el trabajo! me dice que tengo 16 meses de paro y que me llegará una carta certificada con la cantidad. Llego a mi casa a las 12 del mediodía.
Periodista y politólogo. 31 años. En paro.
Rocafort, Valencia, junio de 2011
¡Qué grande eres! Un gran periodista..... sin duda!
ResponderEliminarEV