La tristemente denominada generación “perdida” o de más “fashion way”, la generación “ni-ni”, se enfrentan a la cruda realidad en la que teniendo la edad en la que potencialmente, todo se comienza y a la que todo se aspira, ven sus sueños rotos sin haber siquiera comenzado.
Nuestros
jóvenes, o bien desconocen lo que es el mercado laboral por no haber tenido aún
su oportunidad, o parecen abocados a una situación permanente e irremisible de
temporalidad.
La
organización Nacional del Trabajo (OIT) busca medidas “in extremis” para que la
media mundial de desempleados menores de 24 años, - que ha alcanzado su máximo
histórico de casi el 13% - retome cauces de normalidad y que por supuesto,
permitan a la juventud aspirar a ejercer alguna profesión. El hecho de que esa
incorporación laboral coincida o no con sus estudios o preparación de facto, es
ya harina de otro costal.
Y
Uds. Se preguntarán, ¿y cómo va España?, pues en este caso, permítanme la
ironía: “sobrados”. Los datos del segundo trimestre de 2010 reflejan que la
tasa de paro de los jóvenes menores de 30 años era del 31,9%, como pueden
observar: estrenamos “vuelta al cole” a lo grande y por encima de la media.
En
estos momentos, los datos nos indican que nuestros jóvenes se enfrentan a un
mercado de trabajo en el que si tienen la suerte de poder participar, lo harán
con un elevado índice de temporalidad, lo cual significa que la tendencia va a
ser contratos de trabajo temporales intercalados con periodos frecuentes de
paro.
Con
todo ello, obviamente, se continuará la dinámica del círculo vicioso que
arrastramos desde hace varias generaciones, -desde Heidi a Pocoyo “los jóvenes
no encuentran trabajo porque carecen de experiencia, y no pueden adquirir
experiencia, porque no pueden encontrar trabajo”.
A
lo mencionado anteriormente habrá que añadir que el mercado de trabajo es cada
vez más selectivo y requiere jóvenes cualificados., sin olvidar que las tasas
de jóvenes españoles con estudios universitarios finalizados es superior a la
media europea.
Voces
que claman en el desierto, quejas y críticas arrecian al vigente y maltrecho
mercado laboral, y más que lo harán si las políticas actuales demoran en
demasía soluciones para un problema nada fácil de solucionar, pero que requiere
principalmente muchas dosis de sentido común, amén de infraestructuras y
presupuesto suficiente para poder llevarlas a cabo.
Como
parece ser que de esto último andamos escasos, podríamos añadir los manidos
conceptos de creatividad, ingenio y gracia, que permitan ofrecer expectativas
laborales: dignas, ilusionantes, y duraderas.
Imaginemos
por un momento que está en nuestras manos plasmar ideas que aporten soluciones
viables tanto política como socialmente a la nueva realidad social y que a su
vez, varíen la fluctuación a la baja de la economía en la que estamos inmersos:
Y
seguimos soñando: en cómo hacerlo:
- Adecuando los estudios a la demanda
social y por ende, una mayor participación e implicación del tejido empresarial
en el ámbito de la formación tanto Universitaria como de Formación Profesional.
- Habilitando canales fluidos de
comunicación que permitan un diálogo permanente entre los actores principales:
Universidad-Empresa-Administración Pública-Jóvenes
- Fomentando con ayudas públicas el
estudio y evitar el elevado número de abandono escolar, del que últimamente se
hacen eco los medios de comunicación social.
- Priorizando e incrementando tanto
cualitativa como cuantitativamente los jóvenes preparados en el campo de las
nuevas tecnologías y en I+D+I.
- Potenciando el desarrollo
tecnológico, la investigación y la innovación empresarial (I+D+I) contribuyendo
a la creación de un sistema industrial más productivo y eficiente, cuyo eje
vertebrador sea impulsar iniciativas competitivas en un mundo globalizado en
sus formas y en sus causas.
En
definitiva, proponemos la búsqueda de alternativas, de realidades que permitan
contribuir a la búsqueda de nuevas propuestas productivas que ocupen la vacante
de sectores, ahora en recesión.
Igualmente,
apostamos por transferir el “Know How” de las Universidades, a los Centros de
Investigación y a las Empresas, que ayuden a nuestros jóvenes a encontrar
nuevas y mejores oportunidades, porque invertir en la juventud de hoy, es
invertir en el futuro de todos y cada uno de nosotros.
Carmen VenturaPolitóloga y socia de AVAPOL
venturasalom.carmen@gmail.com
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