...DE OBSERVADORES Y PARTICIPANTES...
La fuente de información más importante y fiable del planeta, la wikipedia, incluye en su definición de Ciencia Política la siguiente expresión: “significa no abandonarse a la creencia del vulgo y no lanzar juicios de valor sobre la base de datos no atinados”, en definitiva, el comportamiento político es observable y debemos describirlo, explicarlo e interpretarlo, hay una expresión muy castiza que también puede servir para describir esta situación, “ver los toros desde la barrera”, vienen a mi memoria momentos de la carrera en que se ha puesto de manifiesto esta situación desde el atril del aula, yo he faltado a muchas clases y me puedo equivocar pero no recuerdo que me hayan enseñado técnicas para fomentar la participación ciudadana, también tengo ciertas lagunas en algunos temas, sobre todo del ámbito internacional, en un primer momento cuando me pidieron escribir algo para este blog pensé en hacerlo sobre la situación de Gaza, no sé como se analiza el número de víctimas inocentes en un conflicto, eso tampoco lo he aprendido, a lo mejor no es un dato relevante, pero en la manifestación del sábado 17 de enero, -quienes no fuerais habréis podido ver las imágenes en el amplio seguimiento que hicieron todas las televisiones, especialmente Canal Nou,- me surgió una duda que considero más relevante, no me interesa saber quien fue o no a la manifestación, tampoco discutir sobre el conflicto en oriente medio, quiero saber si puede un politólogo participar en una manifestación, me diréis que se puede ir como persona pero que cuando uno trabaja debe actuar como observador, pero es que yo soy persona 24 horas al día.
Hace unos años cuando estábamos empezando el segundo año de ciencias políticas una amiga me entregó una hoja de firmas para una propuesta de ley por la eliminación de la deuda externa a los “países económicamente del sur”, tengo otra laguna con la deuda externa y “países del sur” no recuerdo haberlo dado, tampoco será un tema relevante, fríamente la leí, la firmé y le expliqué con una serie de argumentos incontestables porque esas firmas y otras del mismo tipo no servían para nada, era lógico, ambos sabíamos que era eso de la deuda externa y conocíamos la campaña pero sólo yo sabía como funciona la iniciativa popular y cuales eran las prioridades políticas, era una pérdida de tiempo, escuchó mi explicación y la destrozó en segundos, “que triste es que pienses eso” yo pensé que no era triste si no realista, pero ella ya sabía que eso no acabaría en una ley, la firma carecía de importancia, lo que quería es que la gente supiera como funciona la “deuda externa”, fue la primera vez que oí hablar de una cosa que se llama “educación para el desarrollo”, para quien no lo sepa es como cuando un niño pequeño empieza… ¿por qué?... ¿por qué?... y… ¿por qué?..., podéis hacer la prueba, os he dejado una foto que muchos conoceréis, preguntaros donde va esa niña, por qué huye, de quién huye, cuando sepáis dónde está preguntaros por el país, por sus exportaciones, para que sirven, a lo mejor la respuesta la tenemos más cerca de lo que pensamos, preguntaros como un niño, porque luego el niño crece y ya no quiere preguntar, solo quiere respuestas, “no lo sé” no es una respuesta válida, y algunas respuestas es mejor no conocerlas, al tercer “por qué” los problemas ya se vuelven complicados y no tienen solución, lo que no tiene solución no tiene sentido estudiarlo, ya tenemos bastante poco tiempo para encima perderlo, lo mejor es eliminarlo del programa, pero a veces nos salimos del programa, ahora entiendo porque era triste pensar que aquella hoja de firmas no llegaría a nada, desde el frío punto de vista del observador o del analista todo es triste e incompleto.
En 1994 el fotógrafo Kevin Carter, otro que se dedicaba a observar, ganó el premio Pulitzer por tomar en una aldea de Sudán una foto que muchos recordareis, según contó él mismo la niña iba camino de un campo de refugiados cuando cayó agotada, tras esperar con su cámara 20 minutos para ver la reacción del buitre decidió ahuyentarlo pero no sabe si la niña llegó al centro de distribución de alimentos que se encontraba a cien metros, no “podía” ayudarla porque los periodistas tenían prohibido el contacto con los refugiados por el riesgo de enfermedades, se alejó y se puso a llorar, la historia pudo terminar con el premio Pulitzer, pero la verdad es que la gente empezó a preguntarle a Kevin Carter porque no ayudó a la niña, año y medio después de tomar la fotografía se suicidó cansado de los horrores que había visto a través de su cámara, esa imagen no cambió la vida de sus protagonistas, pero sí la del observador.
MIGUEL NAVARRO REDONDO. Octubre 2008
Asociación Valenciana de Politólogos.
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