ÉTICA, ESTÉTICA Y LEGALIDAD


"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo", dijo OscarWilde.

Efectivamente eso pensé al recibir el encargo de nuestra ilustre presidenta, de una aportación, para la publicación de nuestra revista virtual, constaté que tenia algo que decir y que lo quería decir, pero lo debía hacer de la manera más aséptica posible, procurando seguir los consejos de uno de nuestros profesores que en una de sus clases magistrales me espetó “ un buen politólogo debe dejar aparte su apasionamiento”.

Por eso al tratar, en mi artículo un tema tan delicado como el que abordo y en mi quimera de ser “un buen politólogo”, no he querido, decantarme excesivamente, en su aspecto político. Cada uno tenemos una sensibilidad hacia estos temas, que, como demócratas hemos de respetar, mas, escribiendo en un medio y para una asociación como la nuestra. Pero como todo en la vida, hasta las más elementales funciones humanas, aunque sea tangencialmente, están influidas por la política, me perdonareis, que pese a lo dicho, en más de una ocasión; ese deseo, el de dejar aparte el aspecto político, no esté plenamente conseguido.

En estos días he visto, no sin cierta perplejidad, por otra parte, ya experimentada, como ciertos políticos de nuestro más próximo entorno, confunden demasiado asiduamente los términos, Ética, Estética y Legalidad.

Por lo tanto parece obligado empezar por definir lo que comúnmente se entiende por cada uno
de estos términos:
ÉTICA: "Que es conforme a la moral o a las costumbres establecidas".
ESTÉTICA: "Aspecto exterior de una persona o cosa".
LEGALIDAD: “Se entiende aquello que es permitido bajo el sustento de un marco de
derecho (el llamado derecho positivo)”.

.Una de mis primeras lecturas sobre ética fue, ya ha llovido desde entonces, una corta pero intensa obra del profesor Aranguren titulada “Ética y Política”, Ed. Guadarrama, Madrid, 1985. En esta obra, entre otros aspectos se trata la relación existente entre legalidad y justicia entendiendo ésta como “lo que debe ser”, definiendo así el marco de derecho en el que se debe mover la legalidad. Pero al margen de estas disquisiciones cuasi filosóficas, permitiréis, compañeros, que, de una vez por todas me adentre en el tema práctico de mi artículo, que como he dicho ha sido reacción a ciertas actitudes de algunos políticos de nuestro más próximo entorno.

No hay más que ojear los periódicos para ver como, en la práctica política diaria estos tres términos se subvierten y olvidándose de una de sus tareas relevantes, los políticos, lejos de hacer pedagogía política, lejos de contribuir a la construcción de esa ética social a la que se refería Aranguren que la relacionaba con la ética política que tendría por objeto, el como debe ser y organizarse la societas civilis y que principios la deben gobernar para que esa societas y ese gobierno sean morales, para que satisfagan las exigencias de la “ética general”, se dedican a justificar lo injustificable produciendo un daño moral incalculable y dando pábulo a aquellos, que
interesadamente, propagan que la política está para que unos cuantos se enriquezcan.

Entro, por estar íntimamente relacionado con el concepto anterior con el término estética, efectivamente, la hija del rey no sólo debe de ser honrada sino, además parecerlo. Como puede, sin sonrojarse, explicar un gobernante, a los ciudadanos que le otorgaron su confianza que por mor de la legalidad otorga a sus amigos prebendas que económicamente ascienden a más de siete millones de euros mediante argucias legales, que efectivamente dan al asunto un viso de legalidad, pero que ética y estéticamente son total y absolutamente reprobables. Cómo se puede justificar que la dueña de las empresas benefactoras de esos privilegios sea, además, secretaria del grupo parlamentario al que pertenece el político en cuestión. Desde el punto de vista de la ética y de la estética como puede ese político salir en los medios para decir a los ciudadanos, a los que gobierna, que no tiene ninguna importancia el hecho de que su esposa sea copropietaria de una finca de recreo, en la que, por cierto, hay un artilugio para la práctica ilegal de una técnica de caza de aves, con la dueña de la empresa que se beneficia de las obras que el político en cuestión controla. A todo esto hay que añadir que la finca se está pagando con una hipoteca de la que son deudores solidarios tanto el político como su esposa, además de la dueña de la empresa beneficiada y su esposo el Consejero Delegado de la misma.

Las actuaciones del político en cuestión así como las de otros que han recibido dádivas y regalos de algún implicado en el caso Gürtel no contribuyen precisamente a que la vida política sirva de ejemplo, como debiera ser, a la ciudadanía, no corresponde a esa ética política ni tampoco a la estética de la misma, pero es que yo dudo mucho de que se ajuste, en algunos casos, a la legalidad, como el deber ser, en este sentido es en el que expreso mis dudas, pero de este juicio se encargará el pueblo y la historia. De la otra parte del aspecto, el ser, el derecho positivo, de esa, deseo que los jueces actúen con celeridad y pongan a cada uno donde le corresponde.

También he podido comprobar, con mucha tristeza, como se confunde lo público con lo privado, como se hacen pagos que corresponden a una actividad privada con fondos públicos. Aquí lo que se está produciendo es una saturación química, la cosa no mezcla pero se quiere mezclar, por eso, porque se confunde; quizás por exceso de uso y pérdida de referentes, lo público con lo privado. Aquí tampoco se tienen claros los tres conceptos analizados.

No quiero acabar sin recordar lo que Abraham Lincoln, ya en 1838 dijo respeto a la ley, a las reglas de juego: "Que la reverencia por la ley sea susurrada por cada madre americana a la criatura balbuciente en su regazo; que se enseñe en las escuelas, en los seminarios y en las universidades; que se escriba en las cartillas, los abecedarios y los almanaques; que se predique en los púlpitos, se proclame en las Cámaras legislativas y se haga cumplir en los tribunales de justicia". Así sea, también en nuestra tierra.

.PEDRO SÁNCHEZ GABALDÓN.. Marzo 2009.
Asociación Valenciana de Politólogos.

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